Se dice que a la hora de ponderar el legado de un hombre, no hay nada más importante que lo que este pueda inspirar hoy. Sus ideas, su trabajo su filosofía y los valores que enmarcaron esos logros y la prolongación que tengan ellos en la historia son apenas algunos puntos de referencia en cualquier historia de vida.
Es por eso que a doscientos años de su nacimiento (el 27 de marzo) y a 181 de su radicación definitiva en el Uruguay, resulta tan válido el reconocimiento a la vida de Ricardo Bannister Hughes. Un muchacho que, vuelto hombre muchos años antes de lo que hoy los muchachos se convierten hombres, comenzó un periplo que no sólo fundó ciudades, dinamizó el comercio interregional e impulsó la modernización del trabajo rural. También Ricardo Hughes dejó entre lo mejor de su obra una familia criada a partir de valores con fuerte cimiento, que creció y se mantiene numerosa y activa con el paso de los años, las décadas y hasta los siglos. En la otra punta de la línea del tiempo que comienza en la ciudad de Liverpool en 1810 hay más de 700 Hughes que hoy llevan su apellido, sabiendo que el hombre que puso a ese apellido en estas tierras fue alguien preocupado por no dejar nunca de hacer y crecer.
15 años y un mandato familiar a pocos años de haber perdido a su madre. Eso era todo lo que tenía Ricardo Bannister Hughes al momento de salir del puerto de Liverpool hacia las Antillas. La República Dominicana sería apenas el primer destino de una zona en plena efervescencia independentista desde la que su carrera comenzó. Dejaba una Gran Bretaña a las puertas de la época victoriana, nada menos que la que marcaría la cúspide de la Revolución Industrial y el apogeo del Imperio Británico. Sin embargo, su tarea para con su tierra sería desde fuera de las islas, llevando los adelantos comerciales y tejiendo redes tras las cuales estaría el apoyo de la Corona. Sería un emisario fundamental y que dejó su marca indeleble en la región.
Hughes llegó a una Santo Domingo que aún era disputada por la mitad haitiana y francesa y la mitad española, la que peleaba por la República Dominicana. Sin embargo, a pesar del contexto logró comenzar a capacitarse en la carrera comercial bajo la dirección de un registrero compatriota.
Pero el destino de Bannister estaba bastantes paralelos más por debajo de la línea del Ecuador. Así es que llegó tiempo después a Río de Janeiro. Allí, de la mano de John Seun, vio de cerca el flujo comercial entre grandes urbes del mundo, capítulo de inspiración para la ingeniería comercial que levantaría años después.
Pero no será allí donde su carrera comience sino en Montevideo, a donde llegó un 25 de diciembre de 1829.
El contexto que se encontró en la ciudad también tenía movimiento, y mucho. Ya convertido en un montevideano más, Hughes llegó a ser dependiente de León Ellauri y a trabajar en la región apenas un año antes de que se conmemorara la primera Constitución nacional; es decir, antes de que el país adquiriera el nombre de República Oriental del Uruguay. Para cuando eso sucediera, la firma Hughes Brothers – ya con a sus dos hermanos más jóvenes ya llegados a la zona - ya sería una realidad. Era apenas un inmigrante más en Uruguay con ideas prontas para trabajar y hacer crecer a una región a la que le descubrió el potencial como pocos visitantes que decidieron echar raíces en este país.
Allí comenzó a tomar forma la figura de Ricardo Hughes como hombre de negocios de alcance regional. Suya es la concepción de una verdadera red de negocios implantada a través de contactos mediante filiales en Buenos Aires, Río Grande y la propia Liverpool.
También el primer Hughes que pisó Montevideo podría estar tan orgulloso de sus éxitos comerciales como de los que supo cosechar en el plano de la familia. Siendo una importante obsesión suya desde su crecimiento a partir de la fe durante su estadía en Brasil, Hughes descubrió que su lugar en Montevideo también tenía que ver con Adelina Rucker, hija del residente alemán Conrado Rucker y de su esposa, Isabel Álvarez de Navia. Con ella se casa y así, vincula su historia al Uruguay como a ningún otro punto de América del Sur.
Eso fue bastante más que un impulso en plena convulsión territorial. Uruguay estaba lejos de la calma y se sacudía por las luchas que se anticiparon a la Guerra Grande. En ese entorno, y saltando todos los escollos políticos, Hughes logró acceder al Paraguay, una verdadera hazaña de orden estratégico y mercantil. Así, y a su modo, Hughes vivía en sintonía con una Gran Bretaña que apuntaba a la descentralización y a las redes mediante el tren, y aumentaba sus inquietudes y sus progresos gracias a pensadores y hombres de ciencia como Charles Darwin. Esa llegada al Paraguay abriría paso a canales de comercio como la propia Gran Bretaña, o Francia. No era fácil en ese entonces moverse entre las grietas de los complicados climas político militares. Aún así, fue de la mano del dictador Rosas que consiguió acceder a Paraguay en ese movimiento clave.
Durante su estancia en Argentina, Hughes terminó de establecerse como una figura reconocida en toda la región. Es así que fue convocado a diferentes organismos y sociedades como la Sala de Residentes Extranjeros, que fuera denominado vocal en la Bolsa de Comercio o que, finalmente, fuera parte del Directorio y Casa de la Moneda.
Sin embargo, la historia de Ricardo Bannister Hughes seguiría más ligada al Uruguay que a cualquier otro país. En aquél entonces, cuando ya pensaba en pasar hacia el otro lado del mostrador y volverse un productor más, rechazó ofrecimientos para afincarse en Venado Tuerto. Prefirió Paysandú, un lugar más alejado de los malones indígenas. Allí compro la estancia “El Rincón”, cambiándole el nombre por el de “La Paz”. Desde allí comenzaría la contribución clave de su tarea, a favor de la dinamización de la producción agropecuaria nacional.
Aquí hay que detenerse en uno de los hitos más destacables de su vida: la fundación de Villa Independencia, la ciudad que hoy lleva el nombre de Fray Bentos. Un hecho marca la injerencia que ha tenido la andadura de Hughes sobre estas tierras: fue él quien fundó el saladero a una legua del pueblo que posteriormente sería adquirido por Jorge Gilbert y desde el cual salió el famoso extracto de carne la Liebig´s Extract of Meat Company Limited, principal impulsora del progreso de esa zona.
Para ese entonces, Hughes ya era un ciudadano de la República Oriental del Uruguay con destacada participación, algo que aumentó desde que se volvió parte de la comisión de modificaciones de la Ley de Aduanas, convocado por el propio presidente Gabriel A. Pereyra y junto a una comisión de importantes actores del comercio y la marina mercante. En 1958 fue miembro de la Comisión de Cuentas del Banco Central y fue vicepresidente de la Junta Consultiva de Gobierno y Hacienda, organismos determinantes en el armado del andamiaje del país.
No faltó su contribución a la cultura, otra preocupación especial. Por ejemplo, en 1861 y 1862, constituyó mesas examinadoras para la cátedra de inglés. Sin embargo, su contribución más importante en este aspecto fue el apoyo a la reforma de la educación, siendo uno de los defensores más importantes de la condición laica de la enseñanza. En ese apartado de contribuciones no puede olvidarse que fue el primero en traducir el Martín Fierro de José Hernández a su lengua materna.
Hacer mucho y hacer bien. Unir y forjar vínculos con asidero en valores fuertes. Esa constante pulsión por generar tuvo su pico durante su etapa de radicación definitiva en el Uruguay. Desde allí comenzaría una actividad de producción que trajo no sólo nuevos métodos para trabajar la agricultura - especialmente se destaca la inclusión de las herramientas de acero en sustitución de las de madera – sino también de la importación de mano de obra calificada. Así, en su estancia La Paz traería inmigrantes suizos y belgas encargados de producciones en las que eran especialistas como las de quesos, con unos modelos de producción y trabajo que aún hoy son continuados. A él se le debe también la implantación de los alambrados, y la primera importación de ganados de pedigree. Buena parte de esas enseñanzas y técnicas tan novedosas e influyentes para la época se encuentran en los documentos escritos para la publicación de la Asociación Rural, muchos de los cuales se pueden encontrar en esta página.
En el momento de su partida definitiva, el 29 de setiembre de 1875 la publicación de la Asociación Rural –entidad que había comenzado a presidir dos años antes- dedicó en sus páginas una reflexión final que subraya la importancia de su figura: “La Asociación Rural acaba de perder a uno de sus iniciadores. A uno de los obreros del progreso práctico. A un conocedor de las necesidades del país. A un apóstol de las poblaciones rurales (…) El señor Hughes, sin haber nacido en este suelo, sus ideas y aspiraciones de prosperidad, las concentraba en esta tierra querida. Ha fallecido, dejando al país triste y abatido, cuando pensaba en colonias agrícolas, en escuelas prácticas, en escuelas prácticas, en estímulos para cambiar la condición de la gente de los campos, pidiendo atención y formando centro para fijar la suerte del vagabundaje que pulula por los pagos”.
Ideas. Trabajo. Filosofía. Valores. Todo eso se condensa en la vida de Ricardo Bannister Hughes. Un hombre que, de lejos, podría ser el hombre que conectó Liverpool con Montevideo. Y de cerca, uno que además dejó enseñanza en lo técnico, lo comercial y lo integracional, un sentido de pertenencia e inquietud ciudadana y una familia longeva basada en valores religiosos, de superación y desafío personal. Uno de los hombres que además cuentan la historia del nacimiento, los primeros pasos y el crecimiento de un país que supo ser más de lo que se esperaba de él y un apellido que hoy testimonia y mantiene esa pulsión en el presente, día tras día.